Supongo que te habrá pasado alguna vez, o más de una vez, lo que te voy a contar. Voy a explicarlo con un ejemplo. Mi amiga G suele repetir patrón en sus relaciones amorosas. Conoce a alguien que le gusta, se enamora a la velocidad del rayo, no deja que él dé los pasos para que aquello funcione, y al final él se cansa de tenerla rendida sin esfuerzo por su parte. No es que los hombres quieran retos inalcanzables con una mujer, pero si se lo pones muy fácil, no tiene emoción para ellos. Son competitivos y quieren sentir que los eliges por encima de otros que te vayan detrás, por tanto, si te entregas muy pronto, deducen que estás desesperada y que nadie quiere nada contigo.
Volviendo a mi amiga, cuando la relación se terminaba (y la terminaba él, como era de esperar), ella repetía dos frases siempre:
-pero es que yo lo quiero
-cómo me ha podido hacer esto
Pues bien, que tú quieras a alguien no te garantiza nada. El amor es libre y se da a quien te apetece, y de la misma manera, se recibe si te apetece. ¿O tú te enamoras de cualquiera que se enamore de ti? A lo mejor sí, y en ese caso deberías revisar tu auto-estima. El amor no es una varita mágica, no sirve para que se enamore de ti nadie, por mucho que te vuelques en esa persona. Y por eso mismo, no te deben absolutamente nada si decides malgastar tu energía con alguien que no te corresponde.
Así que, si quieres amar sin ser correspondida, ten en cuenta que será una felicidad pasajera que te traerá un gran dolor final. Y no te quedes esperando en una relación que va mal por "cobrarte" lo que te deben, porque la deuda será cada vez mayor y nunca podrás recuperarla. Mi libro Hombres- manual de uso, disponible en amazon.
Lo que te voy a contar es un consejo que te ahorrará mucho sufrimiento en asuntos amorosos. Cuando alguien te gusta, no piensas con claridad. Si eres mínimamente exigente y selectiva, te parecerá un milagro que ¡al fin! te guste un chico. Quizá haga años que no te gusta alguien tanto como él, y te entregas a fondo en todo lo que sea gustarle, en tenerlo contento, en hacer que aquello funcione como sea. Pero déjame decirte que esa manera de actuar no es la mejor.
Antes que nada, debes ser muy sincera contigo misma y pensar si a él le gustas tanto como él te gusta a ti. NO existen los milagros en el amor. No basta con que tú lo ames, eso no hará que él te ame a ti por arte de magia. Puedes ir directa al desastre si te pillas por alguien que pasa de ti. Pero imaginemos que a él le gustas tú también. Pues ya está, dirás. Os gustáis y punto. Pues no, tampoco debes quedarte con eso. Es la base, claro, pero hay algo realmente importante que debes grabarte a fuego en la memoria: no importa lo mucho que te guste, no importa lo mucho que le gustes, lo importante es que él se vuelque en la relación.
Si tienes que estar detrás de él, si le perdonas cosas que no le perdonarías a otro que no te gusta, si aquello no funciona pero te aferras al "es que me gusta tanto", la relación será una tortura para ti. Mi libro Hombres- manual de uso, disponible en amazon.
Recuerdo uno de los primeros libros que leí acerca de consejos amorosos. La autora insistía mucho en una idea: no tengas prisa. Ante cualquier duda, recomendaba pararse y esperar. Y el caso es que no explicaba por qué o para qué, simplemente "espera"... Yo no entendía el consejo, y de hecho estaba totalmente en desacuerdo. Por ejemplo, si quieres saber si le gustas a un chico, ¿qué sentido tiene esperar a saberlo? O si quieres una relación en serio, ¿por qué vas a esperar? Pero con el tiempo llegué a comprender el consejo. Te voy a explicar qué sentido tiene ir despacio en el amor.
Cuando te gusta alguien, se te nublan los sentidos. Lo último que te apetece es ir despacio. Quieres hablar mucho con él, quieres verlo todo lo que sea posible, quieres que sea tuyo desde el minuto uno, etc. Todo eso está muy bien, y es genial que lo tengas tan claro. Lo conoces, te gusta, y quieres estar con él. Vale, perfecto, hasta ahí vamos bien. Pero a los hombres hay que darles tiempo. ¿Tiempo para qué?, te estarás preguntando. Pues bien, tiempo para esta serie de cosas:
-para dejar que te conquiste, aunque tú ya estés colada por él. Los hombres necesitan saber que hacen el trabajo de gustarte, de lo contrario pierden el interés, no valoran lo que les llega fácil, o te tratan como a una chica fácil si te ofreces en bandeja.
-para que te demuestre que realmente vale la pena. Ojalá no cambie tu primera impresión, pero reconoce que ese hombre es un desconocido, y lleva tiempo conocer a fondo a alguien. Así que relájate y deja que el tiempo te demuestre quién es realmente él.
-para que tu vida no se vuelva del revés y lo dejes todo por él. Sigue tu ritmo, haciéndole un hueco, claro, pero no te centres por completo en hacer cosas junto a él. No pierdas de vista tu propia vida.
Los platos cocinados lentamente tienen mejor sabor, porque los ingredientes se mezclan bien y se extrae todo el jugo que tienen. Y eso es lo que debes hacer en una relación, sacar poco a poco lo mejor de ambos y mezclaros sin prisas.
Mi libro Hombres- manual de uso, disponible en amazon.
Esto va dedicado a alguien que no llegó a ser un novio pero que estuvo ahí durante años en un tira-afloja. Más que amigos pero menos que pareja, ¿te suena? Si
alguien se va por propia decisión -aunque pueda parecer que le diste
de lado cuando en realidad no te dejó alternativa ya que se lo ganó
a pulso-, en ese punto en el que ni se molesta por aclarar las cosas,
te queda la eterna duda de cómo no luchó después de haberte jurado
y repetido que eras la mujer más mega especial que había conocido
nunca. Que sí, que mienten todos para pillar cacho, y sálvese el
que pueda, pero prefieres pensar que no es mentira, y cuando frenas
en seco su cómodo ritmo, y le pones contra las cuerdas para saber si él va a pasar de fase o quedará estancado en la misma hasta
el día del Juicio, entonces es cuando dice adiós, de golpe o de
forma gradual. Y ese es el resumen general de lo que suele
ocurrir en estos casos de los amigos especiales.
¿Qué
hay detrás de todo eso? ¿Ideas poco claras, comodidad, miedo, inmadurez? Porque suele ocurrir, tras decir que no están preparados, que los pilles tirándole los tejos a otra. Y lo entiendo, en serio, entiendo la huida hacia
adelante; es normal el vértigo de que la vida te traiga justo a
quien quieres, porque sabes que la intensidad puede ser abrumadora. Y
por eso buscan por otro lado, peeero, no se van a conformar con menos
que algo parecido a mí (o a lo que sintieron por medio de mí), por
mucho escaparate deslumbrante que les tiente por el camino. Así que,
en resumen, están más bien jodidos. Y mi lado sádico se alegra,
qué le voy a hacer.
¿Rencorosa,
yo? Pues quizá, pero es que para ciertas cosas tengo memoria
fotográfica y me quedaron grabados a fuego todo esos momentos en que
me soltaron a sangre fría “no puedo seguir, esto me supera”,
cuando encima seguramente siempre supieron que no pasarían de la
línea de confort y no les importó arrasar con todo y machacar unas
ilusiones que ELLOS mismos se encargaron de inculcarme. Eso no se
hace, no; vienen sin que los llame y se largan sin que
los eche. Y luego, ni conmigo ni sin mí, así están. Y ni como
amiga me pueden ver, porque no se les puede olvidar lo que vivieron,
que bien saben que no tiene nada que ver con una simple amistad. Y yo
me sonrío cuando imagino esas andanzas, esos intentos de engatusar a
otras con las que -tal vez sí, tal vez no-, repitan el proceso hasta
llegar al punto de retorno. O tal vez ya buscaban antes a la vez de
estar conmigo, nunca dejaron de buscar, queriendo agarrarse a la
famosa próxima liana que necesitan los hombres para soltar la
anterior.
Creo
que hay excusas universales entre el género masculino. Una muy
típica es la de no estar preparado, por ejemplo para tener un hijo o
pasar por el altar, y acto seguido se casan o son padres con otra.
Pero claro, resulta que conmigo no estaban
preparados, pero justo después ya lo están un poco más; al fin y
al cabo ya no son los mismos de antes, ahora ya pueden presumir de
experiencia, gracias a MI infinita paciencia. Y mi cabeza me dice que lo
deje estar, pero las vísceras, pobres tontas ignorantes, hacen que
se me revuelva todo cuando me regresan al pensamiento sin aviso, y
que me odie a mí misma por haberlos aceptado a pesar de sus mil dudas, y los odio a ellos por no haber llegado ya “aclarados”
a mí, y odio a esas malditas desconocidas que se llevarán el fruto
de MI trabajo, de mi tarea de moldearlos cuando no eran más que un
trozo de arcilla informe sin cocer.
A
ver cómo te digo esto, estimado maldito... Lo grave no es que te parases en aquel punto de no ir más allá, lo
imperdonable es que te saltases el stop en el anterior... que
avanzaras “solo un poco más”, como quien toma una dosis, para
saciar una sed que solamente aumentaba con cada trago que tomabas de
mí. Ya ves, por el contrario, no odio a los que no pasaron del
primer punto, del primer aviso en plan “¿estás seguro de meterte
en esto conmigo...?”; a esos los respeto y les agradezco que no me
hicieran trizas las ilusiones y matasen un tiempo precioso.
¿Y
sabes por qué te maldigo por encima de todo, estimado cobarde?
Porque te dejé libre por comprobar si alguna vez fuiste mío, pero
no volviste a decirme “ninguna es como tú”, porque temiste el
rechazo, como si no me hubieses conocido una mierda en el fondo. Oye,
que a lo mejor la culpa es mía por haberme creído los finales de
películas como esta (Cuando Harry encontró a Sally). Por cierto,
traigo también una escena mítica en la que ella le gana por goleada
cuando él afirma que nunca le pasó que una mujer fingiese un
orgasmo.
No
pasan ciertas cosas más allá de las películas, y un para siempre
se convierte en un hasta nunca. Pero lo que consuela a mis dolidas y
ciegas vísceras es un simple pensamiento, la certeza de una verdad
inamovible en todo esto: ninguna chica será tan especial al mismo
nivel que yo; a otro nivel quizá sí, pero lo evidente es... que la persona que eras en ese momento me la bebí entera YO, gota a gota y sorbo a
sorbo, y la única dueña por los siglos de los siglos de ese tesoro
seré YO, por muchas que vengan detrás a echar tierra encima de la
huella que te dejé. Tal vez ella use cinco centímetros más de
tacón o una talla distinta de sujetador, pero sabes que anhelas
encontrarme a mí debajo de esa piel. Y no olvides que, como yo, no
hay otra, estimado maldito.
Así
que, ojalá te vaya bien con tu vida de producto reciclado de vuelta
a la estantería, porque ¿qué
creías, que el cielo o el infierno te iba a enviar el mismo regalo
dos veces? ¿Hiciste méritos acaso...? Ya te
digo, te deseo suerte, que la vas a necesitar, porque hay muchas
pececitas en el mar, por supuesto, pero... ¿con quién comparas a
todas? ¿Quién aparece en tus sueños sin avisar? ¿En quién
piensas sin poder evitarlo? Te elegí entre cientos, ¿te elegirán
ellas entre cientos a ti...? Pues eso, que al final me apoderé de tu
mente por encima de tu voluntad, y ese es mi triunfo, y me sentaré a
saborearlo mientras luchas por lograr un pedazo de cielo parecido a
lo nuestro. Y sonreiré cuando con malicia te imagine trepando por
una pared vertical completamente lisa. Porque sospecho que estás ahí
abajo, que sigues ahí y lo cierto es que no quisiste salir cuando te
lancé la cuerda. Me gustaría decir que lo siento por ti, pero no,
lo siento por mí. Por nosotros. Maldito... todavía me duele
tu recuerdo, todavía no entiendo cómo se puede buscar a tu
persona ideal después de haberla tenido metida entre tus sábanas.
Mira bien en el espejo, no vaya a ser que un día de estos también
pierdas a la persona que te mira desde allí. Sin acritud, pero
maldito, maldito seas, querido ex-algo en mi vida. Mi libro Hombres- manual de uso, disponible en amazon.
Seguro que conoces parejas de conveniencia. No es algo de otra época, y con la crisis económica esto se ha recrudecido. En realidad es humano aspirar a tener aunque sea lo básico con esa persona amada, y si él puede mantenerte, puede que sea un motivo para decidirte por ese hombre en vez de por aquel otro. Si tu meta es lograr cierto estatus social, aunque no sea mi meta, me parece respetable. Ahora bien, intenta no auto engañarte a ti misma. Me explico.
El dinero, el trabajo estable, la posición social, etc., no es algo inmutable, y esa persona que hoy tiene una posición en principio buena, puede que no la tenga pasado un tiempo. Con esto quiero decirte que nunca jamás te guíes por estos temas a la hora de escoger pareja. Incluso cuando él no vaya a tener problema nunca en ese sentido, porque tenga una inmensa fortuna, piensa que nadie tiene garantía de que una relación funcione para siempre. No dejes nunca de tener una actividad, sea la que sea, incluso una afición, porque puede que algún día tengas que vivir de eso. Y en cualquier caso, siempre es mejor para tu autoestima personal el hecho de cultivar ese algo que te apasiona. Una pareja funciona mejor, paradójicamente, cuanto más independientes son sus miembros. Cuanto más completa te sientas a solas, mejor te irá en pareja. Así que si no te va muy bien en el terreno económico, no te refugies en la comodidad de que él lleve el sustento a casa. Aprovecha que no necesitas trabajar por dinero para dedicarte a eso que siempre soñaste. Mi libro Hombres- manual de uso, disponible en amazon.
Hay una cita célebre que dice: el amor es un capítulo en la vida de los hombres, y el libro entero en la vida de las mujeres. Puede que seas una romántica empedernida, pero en la vida no te puedes centrar en un solo aspecto, porque si te falla ese, se te cae la vida entera como un castillo de naipes.
Cuando
terminas una relación, a veces no echas de menos a esa persona, sino
a lo que tenías a su lado. Las vivencias, los momentos de ocio
compartido, las alegrías que parecían mayores con él, el consuelo
en las horas bajas, etc. Hay que ser muy objetiva para distinguir si
lo echas de menos a él, o si todo eso lo puedes hacer con otro, sin
gran diferencia. Y claro, es muy bonito tener a alguien especial,
esos momentos de estar a gusto, de sentir que conectas, los momentos
íntimos, etc., todo eso no lo tienes cuando no estás en pareja,
pero para todo lo demás, debes estar muy conectada contigo misma, de
manera que no acabes emparejada por cubrir una serie de carencias. Mi libro Hombres- manual de uso, disponible en amazon.
Hay
hombres que son sospechosamente encantadores. Ten en cuenta, estimada
lectora, que ese hombre es un experto en engañar a cientos de
mujeres, y piensa que solo a base de mentiras, engaños y excusas te
ha atrapado en sus redes. Todo lo que has vivido con él empezó ya
podrido, él no es lo que te ha contado, él es un miserable que
juega con las ilusiones ajenas porque no le importan una mierda.
Más
de una vez me ha tocado ser el paño de lágrimas de alguna incauta,
que hace oídos sordos a sabios consejos y se aferra como una
garrapata a esa frase, “es que EL HA DICHO que me quiere”. Ahmmm,
¿y? ¿Qué pasa, que lo que diga el maldito egoísta tiene alguna
validez? HECHOS, nena, no palabras. NO TE CREAS nada. Que lo
demuestre. Si te quiere tanto, ¿qué hace con la pareja oficial? Y,
hasta donde tú sabes, puede que no seas la única otra. Visualiza a
tu amorcito diciéndole lo mismo a otra. Ponte delante del espejo y
di tú esas palabras “solo te quiero a ti”. ¿Ves qué fácil es
hablar? Es como cuando te prometen la luna, o cuando dicen que no han
sentido NUNCA lo mismo antes o... Parecen loros amaestrados. Y luego
al poco tiempo todo eso se desinfla y se van tan deprisa como
llegaron.
Una
cosa es ser liberal y otra es no tener escrúpulos ni honestidad, y
si a ti no te van las relaciones abiertas, no sigas, porque lo que va
a acabar abierto en canal es tu corazón, y no te lo mereces. Repite
lo del espejo pero diciéndotelo a ti misma. Solo debes quererte a ti
misma para empezar, respétate, lo que le muestres a los demás será
cómo te verán. Si te muestras como un premio que hay que ganar a
pulso, serás eso. Si te muestras como un trapo, también verán eso.
En tus manos está. Si no podemos atraer a la felicidad con una
varita mágica al menos no atraigamos la desgracia, y con esa actitud
te librarás al menos de muchos sapos disfrazados de príncipes.
Con
un poco de suerte estas cosas acaban como tienen que acabar y estos
tipos reciben su merecido antes o después, y acaban más solos que
la una, sólo que se podían haber ahorrado repartir tanto sufrimiento
innecesario. Ah, y era verdad eso de que solo te quieren a ti, solo
que ese “ti” no eres tú, en ese momento pensaba en su
entrepierna. Mi libro Hombres- manual de uso, disponible en amazon.
Qué
bien vistos están los cabrocentes, dicho así, en tono cariñoso y
admirativo entre sus congéneres masculinos. Compárese cuando se
trata de hablar de cabronas. El machismo ensucia hasta el lenguaje,
ya se sabe, pero a lo que voy en esta entrada es a ese tipo de
relación tóxica y podrida desde antes de empezar. Esas relaciones
en las que se meten algunas pensando que su amor o su poder erótico
todo lo podrá y que hasta el más degenerado puede cambiar. Parte de
culpa de todo esto la tienen las películas románticas, las letras
de canciones, el mito de Don Juan yéndose a la tumba con la pura
doña Inés y demás cuentos chinos... porque eso en la realidad
sabemos (y deberían saber estas pobres) que no ocurre ni en sueños.
Esas
mujeres que todo lo aguantan porque su hombrecito esté con ellas,
cuando no han estado ni estarán nunca en el fondo, esas otras que
por tal de que no las tachen de solteronas se aferran al que sea y
luego se quejan de que solo las buscan para un revolcón. Pero ya el
premio mayor a la memez o ceguera emocional se lo llevan las que se
meten en una historia, o siguen en ella, sabiendo que su Romeo anda
con otra. Me parece un problema brutal de baja autoestima, o en el
extremo opuesto, de vanidad femenina, al pensar que ellas valen mucho
más que las otras porque al final se llevarán al gato (mal pájaro
en este caso) al agua. Da igual lo que valgan ellas, si pierden el
tiempo con tíos sin escrúpulos, que nunca las valorarán. Y claro,
lo que ocurre al final en el 99,99% de los casos es que acaban con su
corazoncito (entregado en bandeja) roto en mil pedazos, sin entender
cómo ha podido ocurrir, como si no fuera como en esas películas
malas que se sabe cómo terminan desde el minuto uno.
Nadie
escarmienta en cabeza ajena, pero abre los ojos antes de que te los
abra él de un batacazo. Mi libro Hombres- manual de uso, disponible en amazon.
Algunos no se comían una rosca de
jovencitos a no ser con 10 cubatas dentro y quieren recuperar el
tiempo perdido. Y ellas, sus santas, que también necesitan comprobar
que aun son atractivas para sus maridos, cuando descubren la
infidelidad quedan heridas y desconfiando de todo bicho viviente,
cayendo en algunos casos en la imitación, lanzándose a la conquista
compulsiva, yendo de cama en cama por despecho. Si se lo pasan bien,
bravo por ellas, pero algunas se sienten igual de utilizadas que
antes.
¿Y la tercera en discordia? Son
mujeres que “eligen” también, claro, en este caso a hombres que
no exigen el 100% de ellas porque ellos tampoco ofrecen ese
porcentaje. Dirán algunos que no pasa nada si la otra solo quiere
sexo, como si fuera posible controlar los sentimientos, como si no le
cogiéramos cariño hasta a un par de zapatos, sobre todo si los
tienes en el armario durante años, como ocurre en esas relaciones
para-lelas (lo escribo así a propósito). El roce hace el cariño,
llegan los sentimientos no previstos, pero en vez de cortar aguantan
lo inaguantable (si te enamoras a contracorriente en vez de mitificar
lo clandestino lo sensato es dejar ese enganche insano). Así que,
cuando alguien se cree que una mujer está contenta con compartirlo
con otra/s (y no hablo de poliamor) que lo piense dos veces, porque
una mujer despechada es muy peligrosa (para la vida burguesa).
La periodista británica Katy Regan
tiene la teoría de que los hombres se casan cuando les llega cierto
momento, que en cada uno es variable, y que lo hacen con la que les
pilla al lado en ese entonces, ya sea su novia de siempre a falta de
otra cosa o un ligue reciente que les coge en etapa de subidón. Uf,
es como para decirle, espérate a que te pase la fiebre y me lo
vuelves a pedir el año que viene. Normal que luego se rompa el
hechizo. Y en esto “culpo” a ambos géneros. Si es que el
problema a veces no son los casados sino el matrimonio en sí. Ya se
sabe, la gente se casa para resolver problemas que no tendría de
estar solteros...
Hay relaciones, y “relaciones”
de todos los colores, pero luego llega la etapa de los corazones
rotos y ya es demasiado tarde para reconocer que no todo vale en el
terreno de las relaciones, porque no somos robots, somos mujeres que
sienten y padecen, y no podemos funcionar con la frialdad que tienen
ellos, por lo general, a la hora de separar sexo y amor.
Opino que una relación funciona más
allá de que, además de mirarse a los ojos, sus miembros miren en la
misma dirección, es decir, que compartan ciertas ideas básicas. Por
desgracia abunda el engaño, aunque sea a nivel cibernético, en los
tiempos que corren. Pero un hombre, que esté metido de lleno en una
relación con una mujer compatible con él, ni se le pasa por la
cabeza pensar en otra mujer que no sea la suya. Y una mujer que no se
conforme con lo mejor que pueda obtener de un hombre tampoco va a
plantearse compartirlo. Lo demás son apaños y medias tintas. Mi libro Hombres- manual de uso, disponible en amazon.
Te presento los libros que tengo publicados hasta la fecha: Hombres, manual de uso (una guía para mujeres a la búsqueda de su hombre ideal), y Primeros auxilios contra el desamor.
El mal de amores sigue siendo una de las grandes epidemias de nuestro tiempo. No existe vacuna, ni puedes cambiar la manera de ser de un hombre, pero sí puedes ampliar tu conocimiento sobre ellos y actuar en consecuencia, controlando tu manera de reaccionar ante los comportamientos típicos masculinos.
¿Sufres de mal de amores? ¿No ves el final del túnel? ¿Crees que no es posible pasar página o que te costará tiempo y horas en la consulta del psicólogo? Tengo buenas noticias para ti. El mejor remedio para una enfermedad es prevenir, y eso será lo primero que aprenderás en este libro. Y cuando te llega el desamor, tienes el arma de los primeros auxilios para dar ese primer gran paso que te sacará del sufrimiento inútil en el que estás. El dolor está ahí, pero en tus manos está la elección de sucumbir al sufrimiento o de hacerle frente y no dejar que te afecte.